Mi tía Vicky está tomando valproato de magnesio. Al parecer, tuvo una crisis a inicios de año. Yo nunca me enteré. Mi abue la llevó a la fuerza a México para que la atendieran y la obligaran a tomar medicamentos. A mi tía no le gusta tomar los medicamentos psiquiátricos y la entiendo completamente. Aparte del valproato de magnesio, toma otro medicamente para controlar temblores que, según yo, son causados por el valproato.

Una razón por la que los psiquiatras se inclinaron a diagnosticarme trastorno bipolar fue por mi tía Vicky, ya que contaba como antecedente familiar. Sus crisis son similares a las mías y he tomado medicamentos similares a los que a ella le recetan. Periódicamente mi tía deja tomar los medicamentos y periódicamente mi abuela la obliga a internarse y a tomarlos nuevamente.

Yo estoy con mi tía en esto y no crea que ella tenga trastorno bipolar. De la última vez que estuve con ella y mi abuela, me di cuenta que mi tía manejaba mal el estrés y mi abuela no le ayudaba mucho a controlarlo. Por ejemplo, mi tía se comprometía a hacer una gelatina para la iglesia. Mi abuela empezaba a decirle todo lo que estaba haciendo mal y al querer mostrarle cómo se hacía, mi tía se molestaba porque ella quería hacerla por ella misma. A mi tía se le complicaba la tarea y empezaba a gritar e insultar por cualquier cosa. Mi abuela alzaba también la voz y el conflicto se intensificaba.

Las últimas veces tomaba a mi abuela o a mi tía y las separaba por un rato. Mi abue siempre le echaba la culpa al comportamiento de Vicky por no tomar el medicamento. Probablemente es cierto que el medicamento ayuda a que mi tía sea menos reactiva, pero también le ayudaría que mi abuela no la invalidara ni le levantara la voz.

A mi tía le molestan muchas cosas de mi abuela, como su tendencia a acumular tiliches y dejar todo mal acomodado. A veces le da a mi tía por ponerse a sacar y tirar cosas. Cuando eso pasa, mi abuela dice que ella se porta así porque está mal de la cabeza y no se toma sus medicamentos.

Al parecer, mi abuela decidió tomar acciones la última vez porque mi tía dijo que se quería matar. Mi tía acepta que lo dijo, pero que lo dijo para ver si mi abuela reaccionaba con algo. «¿Cómo crees que me voy a matar, si ese es un pecado mortal?». He escuchado sus discusiones y sé que alterada, mi tía puede decir cosas muy hirientes y extremas. «¿Tú crees que ese comportamiento está bien, Juan Paulito?». Mi abuela me quiere poner de juez, pero antes de que yo responda, mi tía le indica que el su comportamiento es mucho peor: «tú le avientas cuchillos a la gente».

Yo no sabía de qué hablaba mi tía hasta que empieza a enlistar a las personas que mi abuela les aventó cuchillos estando alterada. Mi abuela no solo no negó las acusaciones, sino que empezó a justificar por qué lo hizo.

«Dios, ¿soy el cuerdo de esta mesa?», pensé. También pensé que quizá por eso mismo son las personas de la familia con quien tengo menos fricciones, que me es más fácil darles por su lado porque me siento en la obligación de ofrecerles la comprensión que yo quisiera.

Mi tía me acompañó a comprar café y después nos sentamos un rato en el boulevard. Había poca bruma y se veían con bastante con mucha claridad la isla de Sacrificios e isla Verde. Mientras me acompañaba en silencio, me preguntaba qué tan parecido soy a ellas.

«¿Cómo aguantan pelear tanto?», le pregunté a mi tía.

«No peleamos, dialogamos».

Me cuesta ver esos gritos como diálogo. Yo quería convencer a mi tía que le diera por su lado a mi abuela para que la dejara en paz, para que no la obligara a tomar medicamentos, pero me detuve porque me pregunté si no sería realmente yo el que estaba mal.

¿No es evitar conflictos lo que más conflicto me ha causado últimamente?